Recuerdo otro domingo.
Fue hace cuatro ó cinco años.
Habías venido a almorzar conmigo. Como solíamos hacer cada domingo.
No recuerdo claramente si llovía. Pero es posible.
La lluvia siempre me ha hecho feliz.
Quizá me recuerda al líquido en donde flotamos mientras nos mantenemos en el útero materno.
Quizá por eso el mar y los ríos nos serenan y atraen.
Recuerdo haber escrito en aquel momento: "...la felicidad de ver bien a los seres que amas"
Hoy es domingo y llueve de a ratos.
Hoy ...hoy debería decir "Confío en lo que percibo vagamente y que alguien que puede verte con claridad me confía...están bien aquellos que amo"
Pero hoy no estás conmigo aquí.
Aún no he comprendido como es aquello de "volverse una nube lluvia" según los budistas explican la muerte.
Aún no he comprendido que en un año, sólo en un año, vos y Mireya hayan dejado este vacío en mi vida terrenal.
Aún no comprendo por qué tus cosas que estaban llenas de tu vida y tu energía y sus cosas que estaban llenas de su vida y su energía duermen en mis cajones y estantes algunas, en una baulera otras...ya circulan en otras manos.
No puedo evitar la tristeza.
Estoy agotado de oír teorías.
Los freudianos tienen sus respuestas y los espiritualistas las suyas.
Yo sólo sé que llueve, es domingo y ya no escucho tu risa ni tus comentarios ni tu asombro.
Que en mi pantalla me sorprende de repente un ensayo tuyo de video.
Que reconozco tus gestos y tu mirada y me parece que hace siglos te hubiese conocido.¿No fue hace sólo un mes y una semana?
No lo sé.
Aún sigo sin entender y, lo reconozco, sin querer aceptar que la nube se haya vuelto lluvia.
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