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Mostrando las entradas de noviembre, 2012

Jugar en el jardín.

Cada tanto suele haber revelaciones. Uno flaquea, entra en la vorágine de la rutina, los ensayos lo colman, los tiempos son tiranos( frase hecha pero real), las cosas no salen como uno las esperaba. Cada tanto suele haber revelaciones. Uno se cansa, se pregunta¿para qué?, se cansa y supone que todo está desangelado. Pero como decía, cada tanto... Al encanto de una siesta fría de noviembre le agregamos un cuento mágico con algo de tragedia y mucho de poesía. Un manto de nieve y flores blancas cubre un espacio de caja negra y nos lleva a una Rusia aristocrática y decadente. Un jardín de cerezos nos envuelve en perfumes y sonidos. Un tren que llega y parte( esos animales mecánicos a los que los dramaturgos y poetas recurren tantas veces y siempre funciona porque son metáforas de nuestra propia vida y nuestra propia muerte) y una casa como un personaje más, un personaje mudo, agonizante. No veo la casa. La casa no está. Pero veo la casa. La casa sí está. La mirada embrujada de