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DIARIO DE VIAJE: Días 11 y 12- BRUSELAS( bulliciosa y cálida)

Es viernes y sábado, Diego ha entrado en vacaciones y ya se convierte en mi guía, compañero y anfitrión multilenguaje de una calidez internacional.
¿Viernes y sábado ? Sí, sí, ésto es un diario de viaje pero hay momentos en que los días se apelmazan y unen no tanto por el correr de las horas como por la unidad de las experiencias. Y ésta "fría y silenciosa Bruselas" como la califiqué el primer día a raíz de mi desconocimiento de la ciudad y de los tres idiomas que se hablan en la capital belga me hizo acuñar aquel comentario.
Ayer y hoy la recorremos en auto, a pie y en sus plazas y tabernas y toda mi percepción se transforma.
Apenas salimos de Molenbeek las calles se mezclan en una curiosa mezcla de arquitectura antigua y arquitectura moderna que parece copiar las formas a la más antigua. Diego me comenta que ésto está prohibido y que de construirse edificios nuevos éstos no pueden imitar estilos anteriores. Pero deduzco, a medida que el auto avanza por las callecitas laberínticas y por las avenidas multisendas cruzadas por el tren electrico, los buses y una población cosmopolita donde muchos turcos y árabes se mezclan con los belgas en ésta ciudad que, de inmediato, creo reconocer en los paisajes de Pisarro y otros artistas de inicios del siglo XX. 
No es que sean los mismos, es que su configuración urbana es propia de la región de los Países Bajos y esas esquinas angostas donde las edificaciones parecen obedecer a una "perspectiva invertida" me resultan impactantes por su escaso espacio hacia los lados y su crecimiento en alturas. Cuestiones económicas e históricas que terminan creando una estética y una identidad. 
En el día 11( viernes) llegamos a la Grand Place ya entrada la noche y nos recibe- justo en ese momento como si nos hubiera estado esperando- un espectáculo de luz y sonido sobre su imponente arquitectura gótica alrededor de la plaza donde se levanta el pesebre de tamaño natural y el árbol navideño azul y blanco. La plaza es una fiesta donde personas de todas las nacionalidades comparten la emoción de la previa navideña y el inicio del invierno en esta latitud. La fiesta se extiende hacia los montones de tabernas, bares y rincones de los alrededores en las serpenteantes y angostas callejuelas medievales donde todo es piedra, ladrillo rojo y madera y vuelvo a reencontrarme un poco con esas típicas esquinas inglesas donde la cerveza corre en medio del bullicio, las risas y las lámparas antiguas que dan un toque de misterio a estos lugares donde el fuego del hogar nunca falta. Pero cada rincón y cada esquina, cada calle y cada portal está convenientemente ornado, iluminado y detalladamente armado para tener un carácter de bienvenida a la noche de paz en un festival de luz y elegancia que hace que los rincones oscuros estén minados por estos semilleros de "luz celestial" en espera de la llegada del Mesías.
Antes de la Grand Place( ¡como olvidar este detalle!) nos hemos detenido a cenar en Il Gallo Nero, una trattoría en donde Diego me propone probar la pizza "europea" aunque hace algunos años que ese menú se salió un poco de mis planes. Afortunadamente acepto la propuesta porque la versión a horno de leña, diversidad de embutidos y tomates asados que la completan hacen que no haberla probado fuese un auténtico desperdicio. Tras el postre, la casa invita con dos copas de lemoncello que, invariablemente, me traen el recuerdo del feliz proceso de "La Bámbola" aquella bellísima tragedia rural donde fuí parte de un elenco que redescubrió la maravilla de un emprendimiento largamente compartido en escenarios y fuera de él.
Un bar "de ambiente" identificado por la gloriosa bandera del arco iris nos recibe para cerrar la noche entre cervezas, platos de porcelana en las paredes cuyas figuras me recuerdan mucho a Van Gogh y Van Eyck y dos espléndidas drag-queens que se pasean entre los parroquianos generando pequeños y teatrales momentos sólo con su presencia y atención. Y como si la noche se hiciera de pronto día sin solución de continuidad( aunque la hay)el sábado asoma con un sol que no veíamos hace más de cuatro días y de un cielo semi despejado que se mantiene durante todo el día mientras visitamos brevemente el Atomium y recorremos en un trip automovilístico el barrio árabe, las gare del norte y del este, el mini distrito del Parlamento belga con sus muchos edificios que se salen del pintoresquismo anterior y muestran una ciudad moderna, internacional y profusamente vidriada en medio de moles de acero, pasamos por el Palacio Real y yo sigo descubriendo rincones góticos en iglesias, edificios públicos y plazas mientras trato de entender de que modo están construidas estas adorables moles urbanas para dar ese aspecto tan escenográficamente plano en su composición de "puertecita-ventana" que, seguramente, revelarán decenas de pequeños y múltiples espacios en sus interiores donde el frío queda fuera. Almorzamos en Canterbury en la elegante Avenue de l´Hippodrome y me doy el gusto de practicar mi paleolítico francés con la ayuda inestimable de mi anfitrión pidiendo por mis propios medios una salade de poulet Reyne Ferme y cambiar el reiterado( hasta el agotamiento) "Excuse me"  por el "Excuse moi" elemento esencial para establecer el mínimo contacto humano en una sociedad que uno comienza a conocer. Intento entre francés e inglés saber quien es el autor del magnífico poster de Tito Andrónico que cuelga en una de las galerías del subsuelo del restó pero, nadie me lo puede responder. Tarea para seguir investigando( de algún modo ) pero seguramente más tarde ya que ahora es necesario terminar de prepararse para partir a Luxembourg donde la nochebuena nos espera.
Y así entre partidas y regresos, ya se ha hecho el día 13. Es domingo y llueve otra vez.

Más recorrido visual en https://www.instagram.com/p/Brq_NOKgvxY/ y en https://www.instagram.com/p/Brq_NOKgvxY/

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