Llueve en la ciudad de la furia. Parece que el tiempo sobra pero no.
Hay que viajar hacia otra latitud con el corazón ansioso, las dudas por lo desconocido( al menos para mí...mi compañero de viaje es mucho más práctico) y esos dos cuadernos que guardo celosamente en mi mochila. Uno, conserva la única copia( el original en realidad) de ese capítulo que me desvela y al mismo tiempo me excita desde hace día. El otro, aún está vacío.
Guardo la esperanza de que los tiempos muertos del viaje estén llenos de esas imágenes que se vuelcan en personajes, colores, texturas y episodios.
Tiempos muertos. Bueno, si es que los hay.
Para mí sentarme en un bar al atardecer y escribir es un tiempo mágico "muertovivo" en que nada me distrae y mientras nadie me presta ningún tipo de atención yo puedo dar rienda suelta a ese mundo de ficción y a sus muchas dudas que se presentan como movilizadoras y fascinantes en que descubro que hay mucho por conocer e investigar, mucho por decidir y definir.
Los relatos de ciencia ficción pueden tener el delirio de la fantasía y al mismo tiempo la precisión de la terminología científica. Por ello, cada vez que escribo, tomo nota de cuan riguroso debo ser en las investigaciones de algunos puntos que van apareciendo.
Mientras tanto, me divierto dejando que las peripecias surjan y vayan enredándose de un modo cada vez más fluído.
"No hables sólo sobre tí" leí una vez en un artículo de internet que sugería como conseguir más lectores para tu blog.
Y yo¿que hago? Vengo y hablo todo el tiempo sobre mí.
Es que para hablar sobre las cuestiones técnicas de mi trabajo tengo éste otro espacio que siempre me parece de una intimidad y una salud de las que ciertas redes sociales ya no gozan.
Ahora bien, para que el trabajo creativo sea tal es necesario vivir y sobre todo, registrar, una serie de sensaciones.
Claro que no sé si a quienes lean/ escuchen mis ficciones les interesará el origen de las mismas. A mí, en lo personal, me resulta movilizador conocer sobre otros autores y sus procesos. Sólo por ser honesto y por mis ansias de compartirlo hago públicos los míos.
Y éste es mi pequeño refugio en donde puedo contar que mientras preparo este viaje que tanto me viene significando por muchas razones, ésta novela que es "un viaje" coincide en un momento en que pareciera requerirme el refugio en un lugar seguro y estable.
Pero al mismo tiempo, todo tiene sabor de conmoción.
Llueve en la ciudad de la furia.
La furia del viaje no me deja sentarme a escribir tranquilo. Por eso este día "cero( segunda parte)" está siendo escrito tres días más tarde.
¿Seré fiel a lo que voy sintiendo minuto a minuto?
¿Le importará a alguien?
¿Y si nadie lo lee?
La necesidad de un escritor es escribir. Es una necesidad, no sólo un requisito profesional.
Desde el crujir de las hojas de papel hasta el tipeo sordo en el teclado, la experiencia siempre tiene algo del "estado de flow" en el que uno suele perderse por horas mientras diagrama, diseña, encuentra ideas y desespera por no hallar otras.
Los personajes no son más que los estados cambiantes de un autor.
¿Cómo estarán esos personajes a través de esta experiencia?
¿Es tan significativa esta experiencia?
Nunca se me ha ocurrido escribir un diario de viaje( ni que fuera el primero) pero se me ocurre que en esta etapa de mi vida necesito compartir esos momentos como un modo de atesorarlos y hacerlos crecer.
Es que tampoco es un viaje más.
Puede que sean unas bellas vacaciones.
Puede que también tenga otras aristas.
Lo sabremos en breve.
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