El sinónimo de las vacaciones parece ser la diversión y el exceso a toda costa. Bueno, al menos solemos pensarlas de este modo. Recuerdo cuando el personaje de Cameron Díaz decía en "Holidays": "Que diablos, estoy de vacaciones; debería hacer cosas inesperadas"
Entonces...¿ todo vale?
Bueno, por que no?
Y como todo vale, vale también poder hallar el espacio para la sanación, para el autocontrol, para un modo diferente de entender la libertad en este contexto actual donde todo lo "libre" parece estar relacionado a la ruptura violenta.
En idioma quechua, el Qenti es el colibrí. Pájaro extremadamente liviano que, sin embargo, puede aletear cien veces por segundo. Desde aquella cultura se sostiene que la aparición de un qenti significa un mensaje de esperanza: nos dice que aquellos que amamos están bien.
Bajo esta consigna se desarrolla este lugar sorprendente en donde sanar está asociado al placer y en donde el placer está asociado a la salud.
Cada vez se acentúa más la tendencia a comprender que la medicina tradicional ha trabajado sobre la enfermedad y el síntoma pero rara vez sobre la prevención y el bienestar integral. En este espacio de ensueño encontré ese mix particular entre disfrute vacacional, medicina preventiva, gastronomía gourmet y magia ancestral en un valle minado por cuarzo y alimentado por la energía de la luna.
¿Suena extraño? Mejor.
Vacacionar en el Qenti es como entrar en un plano de la realidad que está ahí mismo pero en el cual no hemos reparado. Salir de la furia dependiente del celular, de la pantalla y de la agenda para gozar del fluír del tiempo sin apuros y sin aprietes. Siempre me digo un poco irónicamente y bastante en serio que "el paraíso es un mundo sin relojes" Bueno...creo haber encontrado un pequeño mundo en donde ello está instalado en el día a día.
El aroma de la tierra, de la menta peperina, el cielo claro, el sonido del agua, el canto y el aleteo de los pájaros( muchos) que pueblan sus parques y sus alturas, el viento entre las hojas sobre el valle verdísimo...
La consigna de disfrutar cada perfume y cada color, cada sabor en sus infinitos matices. Dejar la premura y comprender que el tiempo es nuestro...¿había olvidado todo ésto? Quizá nunca lo había aprendido de una manera tan vivencial y tan sencilla.
Cada día puede ser un enorme disfrute sin la dictadura de las agendas.
Es posible conectarnos sin un celular y sin Facebook.
Volver a Ser Humano. Y saber que somos dueños de nuestro destino, ese que construímos a cada minuto a base de pensamientos y aceptaciones.
Los invito a regalarse este espacio - reconocido internacionalmente como uno de los 25 mejores de la Argentina- en la bellísima provincia de Córdoba: un peldaño más cerca de ese Paraíso que no está tan perdido como suponíamos.
Regálenselo: se nos va la vida en ello.
www.qenti.com
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