Lo escribí en el blog de Pepe Cibrián en su página dedicada a Drácula,el Musical. Y quise compartirlo aquí.Porque en definitiva, ahora estoy aquí porque un día estuve allí.
Gustavo dice: 5 febrero, 2011 en 17:24 Y se me acaba de piantar un lagrimón al leerte Pepe.No uno, varios.Yo estoy entre esos que la vieron decenas de veces y que la escucharon hasta el hartazgo( si es que existe este).Yo soy el que sigue admirando mas allá de la orquesta, mas allá del brillo, de las voces, de la FABULOSA ESCENOGRAFIA….yo sigo admirando, envidiando, devorando la ENERGÍA.¡De donde viene, por Dios??Ojalá yo fuera un vampiro para poder poseerla con tres mordidas certeras.Ojalá lograra aprender lo inaprensible.Porque DRÁCULA no es un musical, no es una obra de teatro, no es una superproducción:es un milagro.Realmente es un milagro!Una cosa es ver lo que se ve y otra cosa es sentir lo que se siente-Y lo que se siente no tiene nombre, no tiene forma, no tiene color.Es un tumulto.Es el mar rugiente, fuerte y prepotente de Lucy.Es la locura de Lucy.Es la CALENTURA de Lucy y Drácula!Es la danza orgásmica de los gitanos, es la furia sanguínea puesta en forma.Y eso, me temo, no se enseña en ninguna academia: imagino que sólo se aprende saltando al vacío desde alturas impensadas y resolver durante la caída si debajo nos espera un colchón de agua fresca o nos destrozaremos contra las piedras.Pero saltamos igual!Y vos saltaste Pepe.Y eso nos cambié la vida a mas de uno. Dios mio, de verdad, si yo te contara, eso me cambió la vida. Y aunque algunos monstruos no deseados siguen vagando por los pasadizos de la mente y el alma, me basta con remontar estas palabras, estas imágenes, esta ilusión y recuperar algo del aliento original. Yo tenía 21 años cuando se estrenó DRÁCULA.Yo no conocía ni tu obra ni al Luna Park y apenas si había pisado Buenos Aires un par de veces.Pero todo era inquietante a la distancia, misterioso, seductor.Para mí el Luna Park era como un templo secreto custodiado por una logia que descubría sus misterios a unos pocos. Años mas tarde descubrí a ese maravilloso templo.Pero antes, toda esa furia infernal habia venido a los clásicos, conservadores y elegantes escenarios de Santa Fe. Y aún recuerdo como salí de esa función sin voz. Literalmente disfónico. Yo, que era tímido hasta la vergüenza ajena, que no me atrevía a entablar una conversación en público, me puse a gritar, a chillar, a saltar hasta quedar exhausto a sólo cuatro filas del milagro. Y allí comenzó mi camino en el teatro. Conocí gente, conocí vidas, conocí la vida. Circunstancias diversas me mostraron diversas facetas. Era un niño asombrado en un Pais de Maravillas y Oscuridades. Y así transcurrieron 20 años. Era el tiempo en que internet aun era una expectativa y los celulares, para unos pocos.Yo enviaba cartas interminables con la esperanza de que las leyeras, alguien lasleyera, alguien me tendiera una mano y me transportara a la ficticia Transilvania, al centro mismo del vampiro. Sucedió tu respuesta a mi carta, la que aún atesoro.Y sucedieron las famosas salideras en la puerta de los teatros “atacando” a cuanto héroe escénico aparecía por ella.Y sucedieron los amigos en común, los viajes para verla una y otra vez, las fotos fallidas y las fotos invasoras, los autógrafos, la incomprensión de los intelectualoides, la pasión por seguir, seguir, seguir. Hoy, con cuarenta años, unas cuantas cosas han cambiado. Algunos desencantos han sucedido. Pero ese niño de 21 años, asombrado, que tiene que redescubrirse y asumirse, resucita cada vez que esta magia del milagro sucede. Y ese milagro está en tu sangre, la que nos invitaste a beber con cada función, con cada mordida. Me permito atacar desde mis palabras para recuperar este milagro que alguna vez transformó mi vida. Para que ahora, en este preciso instante de ESTE 2011 pueda volver a transformarla y arrojarme al asombro vital una vez mas. GRACIAS.
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