Amor a segunda vista

Septiembre de 1986.Lo ví por primera vez en una noche en que aún se vislumbraban los frios del invierno. Yo no tenía idea. Iba a su encuentro con el corazón palpitante y las fantasías despiertas.Me habían hablado mucho de él, de su magia, de su fuerza...pero yo no tenía idea. Y cuando estuve frente a su presencia, no pude pronunciar mas que unas palabras balbuceantes. Me alejé de él dos horas mas tarde y como un torpe enamorado no hice mas que hablar de su existencia, de sus perfumes, de su voz, durante largo tiempo, hasta agotar a todos aquellos que me rodeaban.
Y transcurrieron los años, las primaveras, los inviernos.Dejé de pensar en él, lo recordaba solo como una anécdota lejana. Bella, pero lejana.
Marzo de 1992. Misma esquina, misma hora...quizá un poco mas tarde. No sé si fue aquel recuerdo el que me hizo volver a él. Pero lo ansiaba. Deseaba el encuentro con la misma fascinación adolescente.Quizá mas, porque lo había meditado. Había madurado parcialmente aquellas ansias de abrirme hacia un mundo nuevo y una etapa en la que me atrevería, tal vez, a darle rienda suelta a mis impulsos y sentimientos. Y volví a sentarme frente a él. Algo había cambiado, pero el corazón seguía palpitante. Vibraba ante aquella inmensa puerta azul por donde él aparecería. Hasta que la magia comenzó a producirse. La luz bajó hasta transformarse,la puerta se alzó silenciosamente y de repente, sin pedirme permiso, sin darme mas aviso, él se lanzó sobre mí, me envolvió con sus brazos y entró en mi corazón, mi cabeza y mis ojos sin que yo pudiera evitarlo.
No nos separamos en toda la noche. No volvimos a separarnos, pese a los escollos.
Fue una seducción adolescente y un amor fulminante a segunda vista.
Fue en una noche de marzo, cuando acababa de cumplir mis 22 años que no volví a salir de su casa con nombre de escenario.
Así fue mi historia de amor con el Teatro Musical