Hace frío, es una mañana soleada en Londres y he postergado mi viaje a París. Por ahora sólo me quedo aquí y, desde luego, hay que continuar con la agenda teatral. El plan es ver Everybody's talking about Jamie en el Apollo esta misma noche. Las primeras horas del día hacen sospechar que un cambio abrupto puede producirse en la agenda.
Y ocurre.
Camino solo hasta la Tate Gallery frente al Thames, galería en donde se expone a los pre-rafaelistas y a William Turner en un verdadero recorrido por lo más intenso de ese quiebre entre el siglo XIX y el XX en cuanto a historia del arte se refiere. La Tate es un edificio elegante y luminoso con pequeñas rotondas y amplias galerías clásicas rodeado de pasillos con ventanales que dan hacia los gardens y, por supuesto, hacia el río mismo.
El universo de los pre-rafaelistas con su carga simbólica y su resurrección de los mitos en ese tratamiento primitivo casi naif de la imagen me deslumbra. Pero también lo hace la pintura de Turner, ese realista tan sui géneris que logra los paisajes de tormentas marinas con un grado de abstracción profundamente osado para su época. Perderse durante horas para quienes hemos estudiado historia del arte es una fascinación y un aprendizaje enteramente nuevo. Ya no se trata de datos de libros, sinno de la vivencia de la materia y de imágenes nunca antes vistas( ir a los orígenes, de más está decirlo, es la fascinación de cualquiera...si uno está dispuesto a sorprenderse, claro)
El shop de la Tate es una delicia de objetos cotidianos que pasarían inadvertidos de no ser por su sencilla y sólida factura y por su maravillosa selección del arte estampado en ellos. Me entretengo comprando regalos y autoregalos, me divierte todo lo que veo y debo detenerme para no seguir mi impulso de comprador compulsivo( ésto de comprar merchandising se parece a una frivolidad pero es que uno quiere llevarse estas adorables ciudades a pedazos; las fotos y los productos son una forma de poder hacerlo)
Descanso en el bar del subsuelo de la Tate con un té verde( ¿como no tomar té en Inglaterra? ) y recibo un mensaje impactante que me confirma lo que me temía: éste viaje tendrá un quiebre definitivo y lo continuaré solo.¿Me importa? En el momento sí, debo confesarlo.
Tomo un té, me angustio, respiro hondo y respondo con calma.
Recibo otro mensaje "impactante"( la corrección política no me deja usar las verdaderas palabras para calificar semejante desmadre), termino mi té y salgo de la galería.
Almuerzo en The Morpheu's Arms una pale ale exquisita y unas pork saussages con puré mixto mientras observo las callecitas blancas por la estrecha ventana del restaurante que ha sido, sin duda, una de esas viejas y deliciosas tabernas británicas de mucha madera cubierta de hojas verdes( de hecho, hay mucha madera en su interior) y una banda sonora parece correr dentro de mí. Estoy en una ciudad extraña( en la que siento, sin embargo, como en casa) y chateo con Diego que vive una hora más adelante en Bruselas. Todos sus mensajes contrarrestan el anterior "impacto" y me invitan a su casa cuando lo desee.
Éste viaje, sin dudas, es más, mucho más que una pequeña aventura turística. Mejor así. Nada más memorable para un trip que vivir tantas cosas buenas como no tan buenas en él. Eso lo hace vivo.
Disfruto mi almuerzo a solas y disfruto de la calidez inglesa. Vuelvo a la casa en silencio allí en Churchill Gardens, me cambio, me acomodo un poco( ya son las 17:30 y eso significa que no tengo mucho tiempo disponible) y salgo rumbo al Apollo para ver a JAMIE. Ésta noche planearé mi partida. Porque, como dicen por allí: "-¿Que hacés cuando te tratan mal? /- Me voy y me trato bien!"
Y como jamás en mi vida volveré a permitir el maltrato de nadie, esa noche veo el musical, ceno en Bella Italia en Shaftesbury Avenue, corazón del famoso West End y salgo airoso al frío de la noche sabiendo que ahora soy libre de recorrer nuevos caminos.
Y no hay nada, pero nada más valioso que la libertad.
Y ocurre.
Camino solo hasta la Tate Gallery frente al Thames, galería en donde se expone a los pre-rafaelistas y a William Turner en un verdadero recorrido por lo más intenso de ese quiebre entre el siglo XIX y el XX en cuanto a historia del arte se refiere. La Tate es un edificio elegante y luminoso con pequeñas rotondas y amplias galerías clásicas rodeado de pasillos con ventanales que dan hacia los gardens y, por supuesto, hacia el río mismo.
El universo de los pre-rafaelistas con su carga simbólica y su resurrección de los mitos en ese tratamiento primitivo casi naif de la imagen me deslumbra. Pero también lo hace la pintura de Turner, ese realista tan sui géneris que logra los paisajes de tormentas marinas con un grado de abstracción profundamente osado para su época. Perderse durante horas para quienes hemos estudiado historia del arte es una fascinación y un aprendizaje enteramente nuevo. Ya no se trata de datos de libros, sinno de la vivencia de la materia y de imágenes nunca antes vistas( ir a los orígenes, de más está decirlo, es la fascinación de cualquiera...si uno está dispuesto a sorprenderse, claro)
El shop de la Tate es una delicia de objetos cotidianos que pasarían inadvertidos de no ser por su sencilla y sólida factura y por su maravillosa selección del arte estampado en ellos. Me entretengo comprando regalos y autoregalos, me divierte todo lo que veo y debo detenerme para no seguir mi impulso de comprador compulsivo( ésto de comprar merchandising se parece a una frivolidad pero es que uno quiere llevarse estas adorables ciudades a pedazos; las fotos y los productos son una forma de poder hacerlo)
Descanso en el bar del subsuelo de la Tate con un té verde( ¿como no tomar té en Inglaterra? ) y recibo un mensaje impactante que me confirma lo que me temía: éste viaje tendrá un quiebre definitivo y lo continuaré solo.¿Me importa? En el momento sí, debo confesarlo.
Tomo un té, me angustio, respiro hondo y respondo con calma.
Recibo otro mensaje "impactante"( la corrección política no me deja usar las verdaderas palabras para calificar semejante desmadre), termino mi té y salgo de la galería.
Almuerzo en The Morpheu's Arms una pale ale exquisita y unas pork saussages con puré mixto mientras observo las callecitas blancas por la estrecha ventana del restaurante que ha sido, sin duda, una de esas viejas y deliciosas tabernas británicas de mucha madera cubierta de hojas verdes( de hecho, hay mucha madera en su interior) y una banda sonora parece correr dentro de mí. Estoy en una ciudad extraña( en la que siento, sin embargo, como en casa) y chateo con Diego que vive una hora más adelante en Bruselas. Todos sus mensajes contrarrestan el anterior "impacto" y me invitan a su casa cuando lo desee.
Éste viaje, sin dudas, es más, mucho más que una pequeña aventura turística. Mejor así. Nada más memorable para un trip que vivir tantas cosas buenas como no tan buenas en él. Eso lo hace vivo.
Disfruto mi almuerzo a solas y disfruto de la calidez inglesa. Vuelvo a la casa en silencio allí en Churchill Gardens, me cambio, me acomodo un poco( ya son las 17:30 y eso significa que no tengo mucho tiempo disponible) y salgo rumbo al Apollo para ver a JAMIE. Ésta noche planearé mi partida. Porque, como dicen por allí: "-¿Que hacés cuando te tratan mal? /- Me voy y me trato bien!"
Y como jamás en mi vida volveré a permitir el maltrato de nadie, esa noche veo el musical, ceno en Bella Italia en Shaftesbury Avenue, corazón del famoso West End y salgo airoso al frío de la noche sabiendo que ahora soy libre de recorrer nuevos caminos.
Y no hay nada, pero nada más valioso que la libertad.
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