¿ Reir con la amarga añoranza de Doña Rosita la soltera?
¿ Cuantas formas hay de hablar de la soledad?
Hoy he descubierto que hay formas de hablar de ella de una manera divertida, ágil, inteligente y brillante. En un espectáculo grandioso que con mínimos recursos y rimbombante sencillez pone el acento de su juego en sus actores que reivindican, una vez mas, que el teatro es el actor.
Geniales, apasionados, dúctiles, estos dos grandes con humildad de grandes y talento de genios transitan personajes tan disímiles que nos hacen pasar de la risa a las lágrimas con facilidad y nos deleitan durante hora y media con un juego maravilloso y emotivo -no de emoción fácil sino inteligente- como hacía mucho tiempo no veía.
CARNE SOLA y sus actores Francisco Pesqueira y Claudio Pazos dirigidos maravillosamente por Carlo Argento me pusieron frente a frente con lo mejor del oficio y la profesión del actor desde el asombro y la admiración: ¿ por cuantas emociones, décadas, comportamientos sexuales y caricaturas tragicómicas ha de pasar un actor para cumplir este sueño de pasión? ¿ Cuanto mas de compromiso necesito para plantarme en un escenario y para transmitir a aquellos a quienes dirijo la energía, la fuerza y la convicción que estos dos hermosos monstruos me contagiaron?¿ Con cuanta humildad debo reconocer lo que aún no sé y seguir trabajando para conseguirlo?
No quiero ponerme solemne cual crítico. Quiero escribir con el asombro del espectador que ha sido gratamente sorprendido y que se ha sumergido en el placer de un discurso tan rico como directo, tan desolador como divertido. Y como aquel teatrista que redescubre-una vez mas- que el arte es disciplina y no solamente una simpática locura.
De locura y de rigor, de todo eso está hecha esta CARNE SOLA y tan mágica combinación que logra el milagro escénico quedará en el recuerdo del alma como esos misterios que uno prefiere no desentrañar sino contemplar con un aplauso apretado y una sonrisa en el corazón a través de la mirada agradecida de sus actores a los que uno debe, justamente, una gratitud sincera.
Gracias por hacer una vez mas, del teatro, una fiesta.
Aplausos de pie.
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