El Árbol de los Ojos, o el Árbol que da Ojos como frutos fue creado por Lautaro , de 9 años, ante la consigna propuesta por mi de recrear libremente los árboles observados en la vereda de la escuela. Un grupo difícil. Complejo, indisciplinado. ¿ Será uno de estos grupos que tantos problemas nos causan en la escuela aquellos de los que surgen los futuros -o los presentes- genios? No lo sabemos a ciencia cierta; los docentes juzgamos con demasiada inmediatez. Hasta que nos encontramos con maravillas como esta. Sumergido en un espacio mágico de concentración y felicidad, Lautaro dibujó su Arbol de Ojos con estallidos de color y de forma que me recuerdan a mi siempre venerado Tim Burton. No fue el único: aparecieron el Árbol de los Juguetes, el de las Sirenas, el de los Pájaros...aparecieron decenas de árboles maravillosos allí en donde durante meses y años parecía que había un páramo desolador. Todo ello con la consigna basada en la belleza de la realidad, en la libertad invitada y en la música de John Williams y de Santana sonando muy cerca de ellos.
La escuela parece ser el lugar para portarse bien hasta que uno deja de hacerlo y entonces consigue ser quien es. No les pasa sólo a los niños. Los adultos estamos hartos de portarnos "bien"(¿ que diablos entendemos por eso?) y el día en que tenemos la oportunidad de crear( de portarnos"mal", es decir, de salirnos de nuestros cánones estrictos) entonces sentimos que un aire fresco y renovador nos levanta en el espacio y nos proyecta hacia dimensiones insospechadas.
Quizá a los maestros de educación artística nos cabe una responsabilidad mucho mayor de la que suponemos y a las escuelas les quepa una oportunidad mucho menos despreciable de lo que suponen: la de sembrar un árbol de ojos para poder aprovechar esos frutos y degustarlos cada día desde una mirada un tanto diferente, un tanto enriquecedora, un tanto creativa. Una escuela que esté realmente viva.
Comentarios
Publicar un comentario
Su comentario es bienvenido.