...esa es la cuestión. Si se habla de elecciones se habla de muchas cosas: un amplio espectro que abarca grandes aspectos de nuestra vida. Dicen por ahí, sabiamente, que uno es la suma de todas sus elecciones.Y es verdad.Y esto también es una verdad en la escena. Elegir quien subirá a escena y quien se quedará fuera de ella es una acción antipática y difícil pero absolutamente necesaria. En una audición aparecen muchas personas: conocidos, desconocidos, amigos, personas que uno quiere, personas en las que confía...muchos.O no tantos. Pero quien se toma la molestia de asistir a una audición tiene expectativas diversas que pone en manos de quien la dirige. Y de quien elige. Y cuando pone esas expectativas, pone lo mejor de sí mismo que no siempre es lo mejor para la escena. O para su carrera.O para lo que se está buscando según el espectáculo.
Y es inevitable que uno, desde su lugar de director, de quien propone, de quien elige, se conmueva, se encariñe, se identifique con aquellos que se presentan ante sí para ser evaluados. Es una gran responsabilidad y es un momento clave: decir sí o decir no puede parecer un juego divertido pero conlleva en sí la tensión de aquel que debe desactivar una bomba: ¿que cable es el que hay que cortar para evitar el desastre? Cortado el mismo¿el desastre será igual? ¿Llenará las expectativas de mis escenas?¿Pondrá en el escenario la misma energía que ha puesto en una audición? ¿Frustraré a alguien por decir sí o por decir no? Y sigue la lista de preguntas.
No se dan de a una: estallan todas juntas en el corazón y en la cabeza.
Pero hay que elegir: con algunos, seguiremos el camino hacia el estreno, con otros nos veremos recién el día del estreno luego de la función.
De alguna manera una audición se parece a una batalla;luego de ella contaremos bajas y altas. Y con esas altas seguiremos el camino a la victoria. No hay agresión pero la confrontación se da de alguna manera. Y el director es el que debe responder - aunque para su interior- el por qué de cada "sí" y el por qué de cada "no".
Ahora bien, desde el otro lado, es necesario saber que cada instancia de audición es un aprendizaje. Y que un "no" puede ser una señal para seguir creciendo. Cada uno ha de ser responsable para tomarse las respuestas en su justa medida: un "sí" me subirá a la escena pero no me garantizará la gloria por siempre.
El del teatro es un trabajo en el que , al decir de Peter Brook, siempre hay que podar las malezas porque el actor es como un jardín: siempre expuesto a ser invadido por las malas hierbas.
Hoy he dicho que sí y he dicho que no.
Creo que he cortado los cables adecuados.
De no ser así, me perdonarán, nos perdonaremos.
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