No hay final. Para el aprendizaje, no hay un final. Escucho aquello de que en el arte no hay lugar mas cómodo que la incomodidad. Porque los lugares de "consagración" son aquellos que nos destinan al punto muerto, a la nada. Y entonces es bueno estar incómodo. Bueno, pues yo estoy incómodo: aprendiendo a nadar en aguas turbulentas, caprichosas, con corrientes contrarias que me devuelven a la playa como punto de partida repetido o que me hunden en la confusión para volver a empezar de nuevo las braceadas al instante siguiente. Un año en el que me he dedicado a volver a aprender y a comenzar a aprender...y siento que cada vez, sé menos. Y es incómodo pero lleva esa ventaja: aprender a nadar en aguas revueltas. Y dicen que a río revuelto, ganancia de pescadores. Siempre me ha gustado el orden preciso, lo previsible, lo estimado, lo prolijo. Pero quizá el arte no tiene nada que ver con eso y me invita a la locura. A personajes inesperados, a proyectos inesperados, a produc...
Entre el ensueño y la realidad navegan los seres de Piscis. Y en particular es mi modo de concebir la vida y percibir esos universos fronterizos entre la ficción y la cotidianeidad.¿Donde termina uno y comienza el otro?