¿Para qué guardás esas cosas? - me dijo alguien un tiempo atrás- Yo las hubiera regalado en el mismo momento.
¿A quién?
¿Bajo que beneficios?
Entiendo que desde fuera se pueda ver que guardo tus objetos como he guardado los de Mireya, objetos que en muchos casos no tienen ningún valor económico ni ( ya no) ningún valor práctico.
Sé bien que no volverás a usarlos. Que en tu nueva realidad nada de esto tiene sentido.
Lo sé bien.
También sé que formaron parte de tu vida en la que te conocí, en la que me gestaste, en la que compartimos momentos buenos y malos.
Formaron parte de tu vida en la que te conocí como mi madre.
Esa energía tuya, ese olor y esos rituales quedan inscriptos en los objetos.
En ellos uno pone no sólo un cariño particular- por fútiles que parezcan esas chucherías- porque forman parte de una vida cotidiana. Hay una pequeña historia de noches y mañanas en cada uno de esos objetos. La ropa que trae la evocación de tu cuerpo y tu presencia, los aromas de esa polvera, esos pequeños artilugios que te ayudaban a estar mejor.
¿Como arrojarlos a la basura así sin más? Yo no arrojé tu cuerpo para que fuera devorado por alimañas. Tampoco arrojaría tus objetos a una bolsa anónima.
Se los daré a quien los necesite. Se los daré a quien los use para recordarte y reafirmar cuanto te amamos y cuanto te seguiremos amando.
A otros los usaré en mi vida diaria como parte de un patrimonio de utilitarios. Porque por algo pusiste en ellos tu dinero, tu tiempo para elegirlos, tu intención de que fueran bellos y sirvieran al día a día.
Es verdad que tu estética y la mía difieren mucho. Haré una selección inteligente y me quedaré con pocas cosas.
Otras se venderán y continuarán su curso económico. Otras irán a cubrir pequeñas grandes necesidades de otras personas.
Objetos que seguirán con vida en este plano hasta que se llenen de nuevas historias, pero que no olviden de donde surgieron.
Objetos en los que te siento presente y en los que a la vez percibo ese dolor que se aparece como una daga pequeña en la boca del estómago.
Por estos días he estado un poco triste.
Esos objetos, esas tonteras que en muchos casos no tienen ni valor útil ni económico son parte de lo que fuiste y de lo que sos. Son parte de lo que soy.
Hay que tener mucho cuidado para saber a quien y como le damos un pedazo de nuestra historia. Por eso están allí a la espera de elegir su próximo destino.
Pero seguirán su curso para que tengan una nueva vida. Esa es la razón por la cual hay algunos a los que guardo celosamente. Porque haber vivido tan intensamente ochenta y cinco años en este plano no puede desaparecer de un día para el otro en una bolsa de consorcio.
"¿Para que guardás todas esas cosas? "
Para eso; para seguir creando vida con tu vida. Creo que eso te hará muy feliz.
¿A quién?
¿Bajo que beneficios?
Entiendo que desde fuera se pueda ver que guardo tus objetos como he guardado los de Mireya, objetos que en muchos casos no tienen ningún valor económico ni ( ya no) ningún valor práctico.
Sé bien que no volverás a usarlos. Que en tu nueva realidad nada de esto tiene sentido.
Lo sé bien.
También sé que formaron parte de tu vida en la que te conocí, en la que me gestaste, en la que compartimos momentos buenos y malos.
Formaron parte de tu vida en la que te conocí como mi madre.
Esa energía tuya, ese olor y esos rituales quedan inscriptos en los objetos.
En ellos uno pone no sólo un cariño particular- por fútiles que parezcan esas chucherías- porque forman parte de una vida cotidiana. Hay una pequeña historia de noches y mañanas en cada uno de esos objetos. La ropa que trae la evocación de tu cuerpo y tu presencia, los aromas de esa polvera, esos pequeños artilugios que te ayudaban a estar mejor.
¿Como arrojarlos a la basura así sin más? Yo no arrojé tu cuerpo para que fuera devorado por alimañas. Tampoco arrojaría tus objetos a una bolsa anónima.
Se los daré a quien los necesite. Se los daré a quien los use para recordarte y reafirmar cuanto te amamos y cuanto te seguiremos amando.
A otros los usaré en mi vida diaria como parte de un patrimonio de utilitarios. Porque por algo pusiste en ellos tu dinero, tu tiempo para elegirlos, tu intención de que fueran bellos y sirvieran al día a día.
Es verdad que tu estética y la mía difieren mucho. Haré una selección inteligente y me quedaré con pocas cosas.
Otras se venderán y continuarán su curso económico. Otras irán a cubrir pequeñas grandes necesidades de otras personas.
Objetos que seguirán con vida en este plano hasta que se llenen de nuevas historias, pero que no olviden de donde surgieron.
Objetos en los que te siento presente y en los que a la vez percibo ese dolor que se aparece como una daga pequeña en la boca del estómago.
Por estos días he estado un poco triste.
Esos objetos, esas tonteras que en muchos casos no tienen ni valor útil ni económico son parte de lo que fuiste y de lo que sos. Son parte de lo que soy.
Hay que tener mucho cuidado para saber a quien y como le damos un pedazo de nuestra historia. Por eso están allí a la espera de elegir su próximo destino.
Pero seguirán su curso para que tengan una nueva vida. Esa es la razón por la cual hay algunos a los que guardo celosamente. Porque haber vivido tan intensamente ochenta y cinco años en este plano no puede desaparecer de un día para el otro en una bolsa de consorcio.
"¿Para que guardás todas esas cosas? "
Para eso; para seguir creando vida con tu vida. Creo que eso te hará muy feliz.
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