"En 1536 Enrique VIII adquirió la mansión de Hyde a los canónigos de la abadía de Westminster, quienes la había tenido en propiedad desde antes de la invasión normanda;2 estaba cercada como un parque de venados y usado para la caza. Se mantuvo como coto privado de caza hasta que Jacobo I permitió el acceso limitado con un guardabosques a cargo. Carlos I creó el Aro (al norte del muelle del Serpentine) y en 1637 abrió el parque al público en general.
En 1689, cuando Guillermo III movió sus habitaciones a Nottingham House en la villa de Kensington en la parte más lejana de Hyde Park, y la renombró palacio de Kensington, trazó un camino a través del lado sur, llevando al palacio de St. James. Esta Route du Roi ("Ruta del Rey") se corrompió y se volvió Rotten Row, la cual aún existe como una amplia vía engravillada para carruajes que lleva en línea recta desde el oeste (Hyde Park Corner) a través del límite sur de Hyde Park. El transporte público que entraba en Londres desde el oeste, circulaba paralelamente al camino privado del Rey a lo largo de Kensington Gore, justo fuera del parque." ( Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Hyde_Park)
Con ese breve copy/paste intento explicar el por qué del particular nombre de este parque. Tuvimos nuestra propia versión( ó la mía al menos) al descubrirlo. Londres es una ciudad de escondrijos. allí donde una calle se abre descubrirás otra que se abre a un lateral, gira, se mete como una serpiente en una callecita mínima donde apenas caben dos personas y ella desemboca a su vez en un universo urbano complejo e inconmensurable. Eso le da ese encanto particular donde conviven lo antiguo con lo moderno, el email, el celular y el buzón de cartas donde aún se conserva la costumbre deliciosa de enviar tarjetas postales para navidad.
Escritas a mano, por supuesto.
El secreto de esta ciudad fabulosa parece residir, en parte, en que para ser modernos no abandonarán lo antiguo. Da fe de ello el impresionante patrimonio arquitectónico en donde conviven - como contaba antes- las torres de cristal futuristas con la arquitectura victoriana y georgiana junto a los gardens , manzanas enteras de parques cerrados en medio de un barrio que dan frescura y respiro a la seguidilla de construcciones idénticas y complejas que parecen un sinfin.
En Hyde Park se levanta por la temporada de fiestas, el Winter Wonderland, un parque de atracciones tan complejo y elaborado que casi se parece a un set hollywoodense. Desde la clásica montaña rusa( en donde me atrevo a subir no sin cerrar los ojos porque me resulta casi insuperable la impresión de la velocidad en las alturas) hasta la casa de realidad virtual en donde entro en un espacio inquietante que me hace hablar solo, todo en el País de las Maravillas de Invierno es una maravilla( y no como la nota severamente criticada por Miranda en "The Devil wears Prada")
El lago Serpentine exhibe un universo vivo: cisnes, patos y gaviotas se amuchan en las orillas y en el centro del lago y tenemos la simpática y desafortunada idea de llevar un desayuno a orillas del lago. Muy bucólico todo: a los pocos minutos tenemos a los patos gritando, a los cisnes estirando el cuello, a las gaviotas revoloteando sobre nuestras cabezas y a las palomas tomando cada miga que cae del piso. Mientras un operario barre y ordena las toneladas de hojas secas con una aspiradora hasta diseñar sobre el parque natural huimos de orillas del lago contemplando que muchas personas, ya familiarizadas con la simpática fauna, se los llevan sobre sus hombros y cabezas pues no dan descanso a nada que aparezca con un rastro de comida.
Por la tarde es el tiempo de Piccadilly Circus, de la St. James Street y de todo el despliegue de clothes en diseños desde el más masivo al más exclusivo sin tregua alguna donde comprar, fantasear y observar como si de un museo de maravillas de la indumentaria se tratara. Hacemos razzia de precios, calidades, diseños y posibilidades sabiendo que volveremos a comprar más tarde ó más temprano y haciendo las incursiones de siempre en Zara y demás destinos obligados( ¿por qué este karma de gustarme tanto la ropa?) e incluso en Harrod´s en donde un conjunto ciberpunk de Pierre Balmain me resulta prohibido como un par de zapatos de cristal sólo por haberme olvidado de hacer un trámite en el banco antes de salir.Tomo nota: fuí muy prolijo pero...a cualquiera se le escapa un detalle.
( Sofía, que es un genio y una persona muy generosa me asesora en la distancia y me ayuda a solucionarlo algunos días después)
Pero el conjunto de Balmain se queda en Harrod´s. Por ahora. Entre mi locura por ver musicales, conocer ciudades, visitar amigos y comprarme todo lo que encuentro, necesito una pausa para pensar, ordenar mis ideas y tarjetas y volver a empezar para evitar desmadres. Se pone el sol como habitualmente a las 15:30 y a las 16:00 ya es de noche. Es sábado y decidimos volver para luego salir a cenar comprobando que todo aquí termina más temprano y que a las once de la noche ya Londres comienza a dormir, a menos en los suburbios. Improvisamos una cena en un supermercado pequeño y despedimos a nuestro anfitrión que debe salir de viaje con urgencia esperando regresar en una semana para Nochebuena.
Mi primer plot point de este viaje está a punto de producirse. Pero aún no lo sé.
El lago Serpentine exhibe un universo vivo: cisnes, patos y gaviotas se amuchan en las orillas y en el centro del lago y tenemos la simpática y desafortunada idea de llevar un desayuno a orillas del lago. Muy bucólico todo: a los pocos minutos tenemos a los patos gritando, a los cisnes estirando el cuello, a las gaviotas revoloteando sobre nuestras cabezas y a las palomas tomando cada miga que cae del piso. Mientras un operario barre y ordena las toneladas de hojas secas con una aspiradora hasta diseñar sobre el parque natural huimos de orillas del lago contemplando que muchas personas, ya familiarizadas con la simpática fauna, se los llevan sobre sus hombros y cabezas pues no dan descanso a nada que aparezca con un rastro de comida.
Por la tarde es el tiempo de Piccadilly Circus, de la St. James Street y de todo el despliegue de clothes en diseños desde el más masivo al más exclusivo sin tregua alguna donde comprar, fantasear y observar como si de un museo de maravillas de la indumentaria se tratara. Hacemos razzia de precios, calidades, diseños y posibilidades sabiendo que volveremos a comprar más tarde ó más temprano y haciendo las incursiones de siempre en Zara y demás destinos obligados( ¿por qué este karma de gustarme tanto la ropa?) e incluso en Harrod´s en donde un conjunto ciberpunk de Pierre Balmain me resulta prohibido como un par de zapatos de cristal sólo por haberme olvidado de hacer un trámite en el banco antes de salir.Tomo nota: fuí muy prolijo pero...a cualquiera se le escapa un detalle.
( Sofía, que es un genio y una persona muy generosa me asesora en la distancia y me ayuda a solucionarlo algunos días después)
Pero el conjunto de Balmain se queda en Harrod´s. Por ahora. Entre mi locura por ver musicales, conocer ciudades, visitar amigos y comprarme todo lo que encuentro, necesito una pausa para pensar, ordenar mis ideas y tarjetas y volver a empezar para evitar desmadres. Se pone el sol como habitualmente a las 15:30 y a las 16:00 ya es de noche. Es sábado y decidimos volver para luego salir a cenar comprobando que todo aquí termina más temprano y que a las once de la noche ya Londres comienza a dormir, a menos en los suburbios. Improvisamos una cena en un supermercado pequeño y despedimos a nuestro anfitrión que debe salir de viaje con urgencia esperando regresar en una semana para Nochebuena.
Mi primer plot point de este viaje está a punto de producirse. Pero aún no lo sé.
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