Que cosa con las canciones de amor.
CUENTA CONMIGO siempre me ha conmovido por su dulce y desesperanzada esperanza. Siempre he imaginado a ese autor alejándose resignadamente de ese amor inconfundible y certero que, sin embargo, ha elegido otros caminos. Esa resignación de "nada más para verte" y acomodarse en un lugar para esperar que se produzca el milagro.
¿Cuanto tiempo puede pasar antes de que eso suceda?
¿Años?
¿Días?
¿La vida entera?
¿Y si el día nunca llega?
¿Como se hace para esperar ese momento?
Y mientras tanto...¿que?
En las antípodas de este sentimiento brutalmente melancólico hasta el dolor sangrante, del mismo autor, del mismo genial Chico Novarro( sí, surgido de ÉSTA ciudad y que sí merecería ser nombrado Embajador Cultural- ojalá me equivoque y ya lo sea) ALGO CONTIGO tiene la picardía de una comedia liviana en donde el amor se ríe de su propio sufrimiento esperanzado, de sus propios desconciertos: torpe y reiterativo "se pisa solo" dándose cuenta de que todo lo hace mal hasta que finalmente confiesa lo que en la canción anterior permanece en un silencio atronador por años: "No quisiera yo morirme sin tener algo contigo"
Algo.
Quizá yo lo que busque sea ese "algo"; esa magia, esa experiencia, ese momento.¿Funcionará? Quien sabe: las relaciones son tan diversas y tan complejas. Son tan enredadas y tan imprevisibles. Y a la vez son tan frescas y simples.
Las canciones de amor siempre parecen ser canciones de DESamor.
Y en ese DESamor se nos va la vida.
Borges solía contar que a sus quince años había estado perdidamente enamorado de una prima segunda. Por convenciones sociales, por miedo al rechazo ó quien sabe por que condicionamientos nunca se lo confesó. Setenta años más tarde, ella le confesó que había estado tan enamorada de él como él de ella y que jamás se había atrevido a decírselo.
"Que felices hubiéramos sido" pensaba el escritor.
Y nunca se lo dijeron.
Estos miedos malditos, estos terrores sociales, este horror al rechazo nos siguen haciendo infelices mientras la vida corre y nos tragamos la dulzura del amor convirtiéndola en bilis y veneno.
Hay que agradecer, eso sí, que el modo de vomitarla( si se me perdona lo escatológico de la palabra) sea a través de estas bellísimas canciones de amor.¿O desamor?
Hagamos que sea amor. No cuesta nada y hace bien.
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