Llueve.Tu recuerdo me acompaña.
No, no es verdad.No me acompaña.Lo traigo a mi mente a arañazos, gimiendo, gritando, clamando.
Tu recuerdo está lejano.Tu voz, al otro lado del teléfono, me tranquiliza,me sosiega.
Pero llega el momento de cortar. Llega el momento de decir adiós, hasta luego, lo que sea.
Y vuelvo al silencio.
Vuelvo a preguntarme en donde estás.
Quien podría reemplazarte.
Nadie. No hay nadie aún en la distancia.
Sos depositario de la energía mas misteriosa, de la mirada que me ilumina, de la voz que me acaricia el alma.
Y no sé por qué designio esa mirada no está fija en mí.
Si lo está, no me lo decís.Nunca lo sabré.
Pero habrá un día en que pueda estallar mi voz, derramar mi energía, iluminarte con mi mirada y entonces diré la única palabra que no me animo a decirte y arriesgaré mi amistad por la pasión y dejaré que me arrastren las mareas.Porque eso sos: mi mar adorado, mi horizonte infinito.
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