Como cada día, Las Estúpidas se reunieron en el aquelarre del lamento ahogado por los muros viciados de sudor y agotamiento y vistieron sus ropajes rituales para salir hacia la gran sala de ceremonias en donde , una vez mas, intentarían el control de lo incontrolable.
Orgullosas, con brillo de pátina, ostentaron su autoridad estúpida frente a sus congéneres y sentaron su figura ante la Masa. Ésta, ominosa, se movió en derredor suyo con un rumor sordo y provocativo. Las Estúpidas respondieron con aullidos rituales y repitieron las estrofas del himno ancestral que las condenaba y glorificaba a la vez. La Masa, una vez mas, las desafió. Ellas aceptaron el reto, gustosas.
Y se entabló la perpetua batalla que las Estúpidas afrontaban día tras día con su gastada liturgia.
Durante horas se libró la contienda. La Masa, dominante y amorfa, vibró con el hastío de su hedor maldiciente y se armó en derredor de las Estúpidas, en su textura de piel y jirones blancos hasta tomar dimensiones monstruosas. Rodeó a las Estúpidas en una marea pálida y tumescente y alcanzó el nivel de sus cinturas agobiadas hasta volverlas prisioneras de su capricho.
Ellas ahogaron el grito ritual en un gemido que no habían conocido hasta entonces.
Y a partir de aquella derrota, las Estúpidas fueron conocidas como Las Impotentes.
Orgullosas, con brillo de pátina, ostentaron su autoridad estúpida frente a sus congéneres y sentaron su figura ante la Masa. Ésta, ominosa, se movió en derredor suyo con un rumor sordo y provocativo. Las Estúpidas respondieron con aullidos rituales y repitieron las estrofas del himno ancestral que las condenaba y glorificaba a la vez. La Masa, una vez mas, las desafió. Ellas aceptaron el reto, gustosas.
Y se entabló la perpetua batalla que las Estúpidas afrontaban día tras día con su gastada liturgia.
Durante horas se libró la contienda. La Masa, dominante y amorfa, vibró con el hastío de su hedor maldiciente y se armó en derredor de las Estúpidas, en su textura de piel y jirones blancos hasta tomar dimensiones monstruosas. Rodeó a las Estúpidas en una marea pálida y tumescente y alcanzó el nivel de sus cinturas agobiadas hasta volverlas prisioneras de su capricho.
Ellas ahogaron el grito ritual en un gemido que no habían conocido hasta entonces.
Y a partir de aquella derrota, las Estúpidas fueron conocidas como Las Impotentes.
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