Veo la fecha de mi último post: 11 de enero. Han pasado mas de dos meses en que no he escrito una sola palabra en este blog. Claro que ese último post es doblemente significativo: por la bellísima canción de OLIVER que homenajea al musical y porque significa para mí, en lo personal, una confesión tan secreta y críptica como lo hace la obra de todo creador: hablar de su persona a través de personajes, de situaciones y metáforas y nunca sabremos exactamente que fue lo que lo originó. Pero esas marcas están ahí y son indelebles.
Muchas razones me llevaron a no escribir en el blog. Creo que no tenía nada para decir. Creo que seguía distanciado del teatro. Sí, paradójicamente. Pero es asi. Tenía demasiadas dudas y vacíos y cuestiones que hacían que el arte del teatro pareciera innecesario y frívolo.
Pero no.
No es innecesario. Es mi profesión. Es mi lenguaje. Es lo que sé hacer y lo que elegí hacer. Y por lo tanto, de alguna manera estoy obligado a seguir adelante.
Y entonces aparece mi amada SEPTIEMBRE. Y las audiciones, y la producción y la gente nueva y el elenco y los talleres. Y de pronto me descubro disfrutando de una canción ajena y enorgulleciéndome de una propia. Y siento que otra vez, una vez mas, en la penumbra de una sala, existirá la posibilidad mágica de conmover a mas de una persona a través de la narración de las historias de estos oscuros y complejos personajes.
Y siento, como aquella canción decía"el teatro es mi vida y en él he muerto mil días, uno mas, ¿ que mas da?
Volver a ensayar, volver a soñar, volver a creer.
Cuesta porque estoy creciendo y crecer duele,como duele!
Pero estoy de vuelta.
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